¿Sabías que solo tienes influencia sobre el 4% de todo aquello que te preocupa?
Del resto no puedes hacer nada para cambiarlo.
Pensar demasiado es más común de lo que crees. ¿Un proyecto que no avanza?, ¿un negocio mal hecho?, ¿una conversación incómoda con el jefe?, ¿una pelea con la pareja?, ¿problemas de salud?, ¿la rebeldía de un hijo adolescente? Así puedo seguir y seguir escribiendo sobre cosas que se quedan rondando en nuestra cabeza.
De hecho, no son unos cuantos los que son presos de este exceso de preocupaciones. Y si no se le pone freno a tiempo puede convertirse en un problema crónico.
Lógicamente, es imprescindible sentarse a pensar con la cabeza fría sobre los problemas. Esto es necesario para encontrar una solución adecuada, creativa y oportuna para los mismos. Ahora bien, eso es una cosa y otra totalmente diferente es ser asaltados permanentemente por estos pensamientos que solo te quitan la paz y te irritan enormemente.
¿Sabes cuáles son las consecuencias de pensar demasiado?
Las consecuencias de preocuparse demasiado son las siguientes:
1-) Un enorme desaliento.
2-) Una indecisión que nos causa mucha inquietud.
3-) Una impotencia ante lo que a nuestros ojos crece cada día.
4-) Una sombría perspectiva de lo que nos depara el futuro.
Preocuparse intensamente te quita muchas energías. Te genera el sentimiento de haber perdido el control sobre el remolino de los pensamientos negativos que te invaden. La película ficticia cargada de elementos fabricados por ti, se repite y se repite. Eso sí, poniendo en aquel escenario todas las “posibles” secuencias de lo que entendemos podría pasar. Terminando esto únicamente con nuestra paz y tranquilidad, pues al final de cuentas no son más que suposiciones, pues el futuro no lo conoce nadie.
¿Por qué es tan contraproducente pensar demasiado?
En primer lugar, preocuparse demasiado te conduce a problemas de salud.
Y no solo eso. Lo peor es que sobre la base de las investigaciones hechas por la Universidad de Yale en conjunto con la Universidad de California quedó demostrado que preocuparse demasiado no te lleva a encontrar las soluciones adecuadas o a tomar las decisiones correctas, sino todo lo contrario. El exceso de cavilación solo te hace más débil frente a los problemas y por ende eliges casi siempre la solución menos efectiva y rentable para ti mismo.
¿Cómo podrías combatir el exceso de preocupación?
Según explica la psicóloga holandesa Marleen Derks en su libro Nooit meer piekeren (No se preocupe más de la cuenta). Es importante llevar a cabo algunos ejercicios para liberarnos de estos molestos pensamientos que tanta energía nos consumen.
a) Primero tienes que reconocer y aceptar que estas preocupaciones no te llevarán a ninguna parte.
b) Permítete pensar en esto de manera disciplinada, por ejemplo ½ hora al día. Escribe aquello que sientes, piensas y quieres. Escribe que puedes hacer para cambiarlo. Trata de ver con objetividad la situación ¿Tiene solución? ¿Sí o no? ¿Está en tus manos darle un curso diferente? ¿O más bien se escapa de tus posibilidades? Con esto, la idea es, ver las circunstancias con más perspectiva.
c) Cuando estos pensamientos te asalten trata de sustituirlos con algo positivo, un recuerdo hermoso, alguna ocurrencia que te hizo reír, algo que te haya llenado de una gran satisfacción. Una situación actual agradable, etc.
d) Sal a caminar. Tomar aire fresco despeja siempre nuestros sentidos. Meditar, rezar u orar ayuda mucho a desconectarse y a elevar la conciencia. Practicar yoga también es un gran aliado en esta batalla.
e) Piensa en tus cualidades y talentos. Aquello que quieres desarrollar, aquello que sabes que tienes todas las herramientas para hacerlo. Organiza nuevos planes, dales nombre y forma. Mantente ocupado en actividades que te producen mucha satisfacción ya que estas son fuentes de nuevas energías.
f) Y recuerda que más vale ocuparse que preocuparse.
Estos son solo algunas sugerencias para ayudarte a salir de ese espiral negativa que causan el exceso de preocupaciones. Claro, esto es mucho más fácil escribirlo que llevarlo a cabo. Pero aún así, no intentarlo y dejarse caer en este círculo de negatividad no es una opción.
- ¿Te preocupas demasiado?
- ¿Te ahogas fácilmente ante los problemas que te trae la vida?
- ¿Estás atravesando una crisis?
- ¿No sabes ni por dónde empezar?
- ¿Sientes que tienes la soga al cuello?
- ¿Tienes que empezar todo de nuevo?
Si tu respuesta es afirmativa en varias de las preguntas entonces es casi seguro que tus niveles de estrés estén muy elevados.
Actualmente hay muchas maneras de recibir ayuda. Yo les ofrezco a mis clientes la posibilidad de consultorías online. Las mismas son de enorme utilidad primero porque el tiempo de desplazamiento es cero.
Si me lo permites, te ayudaré a ver nuevamente tus problemas en las dimensiones reales. Juntos elaboraremos un plan que te ayudará a salir adelante y a ver la vida tal cual es: ¡Hermosa! pero llena de matices, tonos e intensidades. A veces nos toca estar en las zonas grises, pero está en ti quedarte en ellas mucho tiempo o bien seguir evolucionando, transformándote y mejorando.
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